En la actualidad, aún hay muchísimas personas que son víctimas de violencia por su orientación sexual. El móvil de la violencia es el deseo del perpetrador de “castigar” a las personas que no siguen las normas sociales.
En los 35 Estados Miembros de la OEA se reportan violencia contra personas LGBT. Sin embargo, en su mayoría son casos que no se denuncian ni salen a la luz pública, debido a que las victimas tienen miedo de represalias, no quieren verse al descubierto como LGBT o no confían en las autoridades policiales de su país.
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Las manifestaciones violentas en contra de las personas trans, en especial a las mujeres trans y personas trans con expresión femenina, es producto de la exclusión, discriminación, violencia familiar, educación y de la sociedad en general.
En casi todos los países occidentales la homosexualidad es legal, y en alguno de ellos la violencia contra personas LGBT constituyen un delito de odio.
Muestra del odio con el que actúan las personas con violencia hacia las personas LGBT es que el CIDH ha localizado cuerpos sin vida de personas LGBT que evidencian que han sido torturados, sus genitales mutilados, sus cuerpos descuartizados y marcados con símbolos homofóbicos.
Todos los seres humanos merecemos respeto, ninguna persona puede ser discriminada ni mucho menos afectada su integridad por el hecho de tener una orientación sexual diferente. El mundo debe cambiar, pero para ello lo primero que debe cambiar son las “mentalidades”.
