Tuve mi primer roce con la homofobia cuando tenía 10 años.
Mi familia se estaba quedando unos días en la casa de unos parientes mayores, y mientras mi hermano y yo estábamos sentados viendo una telecomedia en la televisión, escuché que los adultos hablaban de un antiguo inquilino.
Mi tío abuelo comentó que lo había echado por recibir a hombres en su habitación.
“No sabíamos que era homosexual”, prosiguió.
Él había trabajado como radiógrafo en el hospital local, y pronunció la palabra con una precisión médica que puso en evidencia su disgusto por haber permitido a tal hombre vivir bajo su techo.
Lea también: Embajadora de Creating Change, Heidi Ellis, asegura el futuro queer de Washington D.C.
No me atreví a girar la cara para ver las expresiones faciales de mis padres. No quería que vieran que yo también era “homosexual”.
Desde hacía poco estaba secretamente enamorado del actor Elijah Wood, que hace de Frodo en el Señor de los Anillos, y aquella conversación puso en evidencia que mi obsesión por los actores y cantantes masculinos debía seguir siendo un secreto.
No abordé el tema de mi sexualidad con mi familia hasta que cumplí 19 años. A esa edad ya estaba en la universidad y tenía un novio.
Mientras me preparaba para la conversación, me convencí de que sería un momento incómodo que duraría apenas unos minutos y que nunca más tendría que hacerlo.
No habría podido estar más equivocado.
Tuve que salir del clóset una y otra vez. Cada vez que comenzaba un nuevo trabajo, cuando me encontraba con un extraño que me preguntaba si tenía esposa o cuando iba al hospital y me preguntaban quién era mi pariente más cercano.
He sido abierto, pero en el fondo en mí siempre persiste un pequeño miedo a que respondan con hostilidad o agresión, y a veces esos temores están justificados.
La importancia del apoyo familiar
Puede que las actitudes en muchas sociedades estén cambiando, pero aún abundan muchos prejuicios contra la comunidad LGBT+ en todo el mundo.
En EE.UU., las personas LGBT+ tienen nueve veces más probabilidades que otras de ser víctimas de violentos crímenes de odio, según un informe del Instituto Williams, de la Universidad de California en Los Ángeles.
En Reino Unido, alrededor del 20% de los miembros de la comunidad LGBT+ han experimentado un crimen de odio en los últimos 12 meses, según una encuesta realizada para Stonewall, una organización benéfica que vela por los derechos de las personas LGBTQ+.
Por eso, no es de extrañar que más de dos tercios de los miembros de esta comunidad eviten tomarse de la mano con una pareja del mismo sexo en público. Tienen miedo de que la gente los maltrate.
Las familias no pueden proteger a sus parientes LGBT+ de todos los desafíos a los que se enfrentarán, pero la calidad del apoyo familiar que les dan puede marcar una gran diferencia.
De hecho, será un importante indicador del bienestar de las personas LGBT+ a lo largo de sus vidas.
Sin embargo, expresar tolerancia y brindar un apoyo significativo no son lo mismo.
“Los padres pueden tener muy buenas intenciones, pero es posible que no comprendan completamente lo que significa para sus hijos ser quienes realmente son”, explica Rin Reczek, socióloga de la Universidad Estatal de Ohio, en EE.UU.
Con información de: BBC News